En la boda de Patricia y Endika se respiraba amor por los cuatro costados, una boda romántica y muy dulce pero no por ello empalagosa ni ñoña. La elegancia innata de Patricia estaba presente en todos y cada uno de los detalles de esta boda que no eran pocos. Contaban con una identidad propia, protagonizada por  el signo del infinito (que tatuaron en su piel cuando decidieron casarse) y su lema, Hasta el día después de para siempre, y una paleta cromática de éxito seguro: rosa empolvado y blanco, los colores románticos por antonomasia.