Una boda de finales de invierno, en un entorno rural pero con la alegría de la primavera incipiente. Madera, rodajas y troncos, musgo, arpillera y flores, muchas flores, son los elementos principales de la decoración de la boda de B&E. Desde un principio, teníamos claro que íbamos a huir de las decoraciones estandarizadas y típicas de boda, queríamos potenciar el ambiente campestre del lugar, pero actualizado, y crear una atmósfera cálida, de hogar, y por ello todo era muy artesanal y DIY. A los novios les encanta esquiar, así que hubo muchos guiños a uno de sus deportes favoritos como los meseros, el nombre de las mesas y el photocall entre abetos.

El viernes se celebró una cena informal de bienvenida con productos típicos vascos, y a la medianoche se lanzaron farolillos chinos deseando a la pareja lo mejor. Llegó el Gran Día, una ceremonia superemotiva, al aurresku de honor, la suelta de globos, el catering en el jardín, el rincón con fotos de familiares y amigos, un divertido vídeo de agradecimiento de los novios a sus invitados y mucha mucha fiesta, son algunos momentos de un día muy intenso en emociones y en que quedará en la memoria de todos los asistentes.